viernes, 24 de agosto de 2012

Embarazada.








Como el disco del sol promete el día
en tímido atisbar entre las sombras,
así tu cuerpo promete la vida
en su lento crecer hacia tu honra.  

Nunca más llevaras tanta pureza
que en ese vientre lleno y atareado
y jamás mostraras tanta belleza
que con tu cuerpo grueso y deformado.

Vivirás cada trozo de tu hijo
desde el instante en que era solo amor;
lo sentirás latir en tus entrañas
en la más grande obra que hace Dios.

Y así llegara el día de tu gloria,
cuando el dolor de pronto se haga fruto,
y entre tus manos plenas de cariño
cante al mundo tu niño su canción.

Él comerá de tus lozanos pechos,
aprenderá de tu querida voz;
caminará apoyándose en tus manos
y crecerá al amparo de tu amor.

Y será hombre o mujer algún día,
cuando ya esté cumplida tu misión.
Habrás ganado la mayor alegría:
serás madre, sonríe y canta una canción.

Pedro Lapido Estrán.

El drama del aborto


Esta escultura representa el drama del aborto, una madre destrozada por la terrible decisión que ha tomado. La culpa, el dolor, se apoderan de ella. El síndrome pos aborto es una realidad que no debemos dejar de tener en cuenta ya que atormenta a muchas mujeres.
Pero siempre existe una salida, el alma del pequeño hijo abortado perdonando a su madre es una imagen desgarradora pero que nos muestra la inmensa Misericordia de Dios.
Una obra fuerte y hermosa que nos invita a reflexionar sobre las terribles consecuencias de este flagelo que se dispersa por el mundo con el falso slogan del “derecho a decidir”.

Nuestra Casa

Querría cavar la tierra con mis manos,
para hacer los cimientos de mi casa,
y gozar de su húmeda frescura
en el caliente temblor de mi cansancio.
Querría colocar los ladrillos con mis manos
y levantar las paredes de tu casa,
hablarles y tratarlos con cariño
y darles un nombre a cada uno.
Querría cortar las maderas con mis manos
y tejer el techo con nuestra casa,
que nos cobije con el celo de una madre
en el calor de su entraña vegetal.
Querría colocar una puerta grande
por donde entren los amigos a tomar un café,
a charlar de muchas cosas
y a dejar el calor de su amistad.
Por donde entren también de nuestros hijos,
los amigos, los cantos, las risas,
y el pujante asombro de los jóvenes
descubriendo la vida que se inicia.
Y muchas ventanas claras,
para ver las flores del jardín
y los hijos jugando con el sol
con la tierra y el verde de las hojas.
Y sentarse a una mesa larga
como para doce, y en su piel
el mapa de viejas cicatrices,
de fuentes calientes y copas rebalsadas.
En la entrada un farol de hierro, antiguo,
cargado de sueños y de historias
de duendes visitantes de la noche,
y de amores a la luz de las estrellas.
Celoso guardador de mil secretos,
sereno observador de mil conciencias,
con la sabia autoridad de sus arrugas
oxidadas de tiempo y de inclemencias.
En un lugar importante,un espejo grande,
luminoso,que exprese nuestro modo de sentir,
y haga presente el cielo, el sol, la tierra,
el árbol, el agua y las estrellas.
Hacer de toda nuestra casa
el Altar al Señor de mi fortaleza
al Señor de tu ternura y de tu paz
y de la riza de los niños.
Para que reine en ella, Soberano
de nuestra intimidad,
de nuestros fracasos y de aquello inefable
que llamamos felicidad.

Juan Carlos Monasterio.


Un sueño... construir alli nuestra casa.